Wanda Sykes no se guarda nada — y está más divertida que nunca

Wanda Sykes no está aquí para descifrar el caos del mundo, sino para reírse de él — e invitar a todos a hacer lo mismo. Su última gira, Please & Thank You, es una dosis nacional de terapia cómica, basada en verdades difíciles y comentarios políticos, pero llena del ingenio agudo que ha mantenido a Sykes al frente del discurso cultural durante décadas. A los 61 años, disfruta de la libertad que ofrece una carrera consolidada, diciendo sí solo a lo que le parece correcto — y haciéndolo con su estilo característico, directo y refinado.

El humor de Sykes no se anda con rodeos, especialmente en lo político. Ya sea abordando la era Trump o los debates actuales sobre la cultura de la cancelación, es directa pero nunca sin rumbo. Su voz resuena porque aporta claridad al ruido — y le recuerda a su público que no están locos por sentirse abrumados. Si eso implica reprender a un espectador o desenmascarar la hipocresía, lo hace con elegancia. Para ella, la comedia no es solo espectáculo; es un servicio público.

Ha ganado esa autoridad con esfuerzo. Mientras trabajaba en la NSA, Sykes se dedicaba al stand-up por las noches, hasta conseguir un lugar como telonera de Chris Rock. Ese breve encuentro se convirtió en un punto de inflexión cuando se unió a The Chris Rock Show, catapultándola al estrellato. Desde entonces, ha forjado una carrera que incluye especiales, televisión y cine — aunque bromea con arrepentirse, en tono cariñoso, de Pootie Tang.

Sykes ha sido una pionera constante. En 2009, fue la primera mujer negra y persona abiertamente queer en liderar la Cena de Corresponsales de la Casa Blanca. Poco después, su especial de HBO I’ma Be Me la consolidó como una fuerza cómica con peso cultural. Hoy, es habitual verla en programas como Jimmy Kimmel Live! y The Late Show with Stephen Colbert, donde se le consulta sobre política y cultura.

A pesar de su prominencia, evita teorizar sobre el arte de la comedia. Su enfoque es claro: “Ve y cuenta tus chistes”. Esa sencillez hace que sus críticas sean aún más contundentes — como cuando cuestiona a los cómicos estadounidenses que actuaron en Arabia Saudita bajo contratos de censura. Para Sykes, si te pagan por no hablar libremente, ya perdiste.

Fuera del stand-up, se despide de The Upshaws, la serie de Netflix que co-creó y protagoniza. Su personaje, Lucretia, es una matriarca con bastón que finalmente empieza a pensar en sí misma. El papel muestra con sutileza cómo la discapacidad y la riqueza pueden coexistir de manera realista. La serie también trata temas familiares y LGBTQ+ con intención y cuidado.

Sykes también explora nuevos territorios con Undercard, una película independiente donde interpreta a una exboxeadora que intenta reconectarse con su hijo tras años de adicciones. Aceptó el papel no por iniciativa propia, sino porque la directora confió plenamente en su capacidad — algo que Sykes está cada vez más dispuesta a demostrar.

No todos sus hitos fueron como los planeó. La gala de los Oscar 2022, que co-presentó con Regina Hall y Amy Schumer, quedó eclipsada por el infame incidente entre Will Smith y Chris Rock. Aun así, Sykes lo considera un momento importante de su carrera, aunque muchos olviden que estuvo allí.

Incluso fuera del escenario, marca la diferencia. Desde hace más de 15 años apoya al Ruth Ellis Center, una organización en Detroit que ayuda a jóvenes queer sin hogar. Su primera visita la impactó profundamente, y desde entonces ha recaudado fondos y seguido el crecimiento de quienes pasaron por allí — como un joven llamado Frank, que hoy es parte del equipo directivo.

Wanda Sykes nunca necesitó gritar para hacerse escuchar. Pero cuando habla, deja huella. Ya sea a través de la risa, el liderazgo o su experiencia vivida, nos recuerda que defenderse —y defender a los demás— puede ser lo más gracioso del día.