Tras más de tres décadas como la reina indiscutible de los medios de moda, Anna Wintour deja su puesto como editora jefe de Vogue Estados Unidos, dejando un legado que pocos podrían igualar y un vacío que podría resultar imposible de llenar.
Wintour, a menudo reconocida por su característico corte bob y sus gafas de sol oscuras, ha sido más que una simple editora de revistas. Su gestión transformó a Vogue en una potencia cultural que moldeó no solo la moda, sino también el entretenimiento y la política. Desde colocar a estrellas de Hollywood y figuras políticas en la portada hasta elevar la estatura global de la moda, Wintour ejerció influencia más allá de las páginas de papel satinado.
Su partida marca el fin de una era definida por la toma de decisiones acertada, el gusto impecable y la cuidadosa combinación de celebridades, comercio y alta costura. Su famosa e intimidante personalidad, inmortalizada en El diablo viste de Prada, fue solo una parte de la historia. Entre bastidores, Wintour fue una astuta estratega, que combinaba la diplomacia con una voluntad de hierro.
Mientras Wintour cambia los desfiles de moda por las canchas de tenis, su salida deja un vacío de poder en una industria que prospera gracias al liderazgo y la visión. Vogue podría encontrar un sucesor, pero ¿reemplazar su prestigio e influencia? Eso podría requerir más que una nueva editora: podría requerir una nueva era.
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Crédito de la foto: Jan Zahradka / Shutterstock.com