Kristen Stewart desafía el ideal “masculino” de la actuación en Hollywood

Kristen Stewart ha generado una nueva conversación sobre el género y la interpretación en Hollywood. En una reciente entrevista con The New York Times, describió la actuación como “inherentemente vulnerable y por lo tanto bastante embarazosa y poco masculina”, argumentando que hacer justicia a un personaje requiere una exposición emocional que a menudo se malinterpreta —o incluso se ridiculiza— dentro de un marco tradicional masculino.

Stewart señaló el fenómeno del “método actoral”, utilizado con frecuencia por actores masculinos, como una forma de suavizar o enmascarar esa vulnerabilidad. Observó los rituales que a veces preceden a escenas intensas —ejercicios físicos previos, adoptar una postura dura o lo que describió metafóricamente como “golpes de pecho de gorila”. Estos gestos, argumentó, tienen más que ver con hacer que la apertura emocional parezca “varonil” que con el trabajo actoral en sí.

También desafió los dobles estándares de género en torno a la expresión emocional. Mientras que los actores masculinos a menudo son elogiados por “mantener el control” bajo presión, a las actrices que realizan un esfuerzo emocional similar se las descarta como inestables o demasiado emocionales. “¿Alguna vez has oído hablar de una actriz que use el método?”, preguntó Stewart, planteando una cuestión más amplia sobre quién recibe crédito por su profundidad interpretativa y quién es estigmatizado por su vulnerabilidad.

Estas observaciones llegan en un momento en que Stewart amplía su influencia más allá de la actuación. Con su debut como directora en The Chronology of Water, ha asumido un rol más poderoso detrás de cámara. Sus comentarios se sienten como parte de un ajuste de cuentas más amplio: no solo con la forma en que se percibe la actuación, sino con cómo se entrelazan el poder, el género y la vulnerabilidad en el cine.

Las palabras de Stewart pueden provocar incomodidad, especialmente entre quienes están ligados a nociones tradicionales de “masculinidad”. Pero al hacerlo, invita a una necesaria reevaluación de lo que valoramos en una interpretación y de quién tiene derecho a ser tomado en serio cuando se expone emocionalmente en pantalla.