Kim Kardashian ha dado un paso audaz hacia la televisión con guion con el drama legal All’s Fair, una producción de alto perfil creada por Ryan Murphy que la coloca al frente junto a un poderoso elenco femenino. La serie se centra en un bufete de abogados con sede en Los Ángeles, formado exclusivamente por mujeres y especializado en casos de divorcio de alto nivel, ofreciendo una narrativa elegante sobre mujeres empoderadas bajo una apariencia brillante.
A pesar de su ambiciosa presentación, la reacción de la crítica ha sido demoledora. Con una calificación de aprobación de críticos que ronda entre el 5 % y el 6 %, All’s Fair ha sido calificada por algunas publicaciones como uno de los dramas más fallidos del año. Los críticos señalan una caracterización superficial, diálogos sin profundidad y una actuación principal que muchos consideran poco convincente. El contraste entre la imagen pública de Kardashian y la experiencia actoral de sus compañeras —entre ellas Naomi Watts, Glenn Close y Sarah Paulson— parece haber intensificado el escrutinio.
Ante la ola de críticas, el director Anthony Hemingway defendió la serie, enmarcándola como una pieza de entretenimiento que puede no resonar con todos, pero que aún ofrece algo fresco. Argumentó que el programa “pone un espejo” frente al público y que no todos los proyectos están destinados a gustar universalmente. Mientras tanto, entre bastidores, varias de sus coprotagonistas habían elogiado previamente la disposición de Kardashian a incursionar en un nuevo medio y asumir riesgos profesionales.
En resumen, All’s Fair es una apuesta de alto riesgo: un drama legal pulido, centrado en mujeres, construido para el espectáculo y el poder de las estrellas, que por ahora tropieza bajo el peso de sus propias ambiciones y las altas expectativas de la crítica. Queda por ver si encontrará una audiencia que la aprecie o si logrará redimirse con el tiempo.
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