Cero Estrellas y Todo el Protagonismo: Cómo All’s Fair se Convirtió en un Espectáculo Cultural

En la nueva serie dramática legal All’s Fair, un poderoso elenco femenino liderado por Kim Kardashian intenta reclamar su lugar en el mundo del derecho de divorcio de alto nivel. Con leyendas como Glenn Close y Sarah Paulson a su lado, la serie se perfilaba como un audaz momento “girl-boss” para la televisión.

Sin embargo, desde su estreno, All’s Fair ha enfrentado una reacción crítica inusualmente feroz. El diario The Guardian la calificó de “fascinante, incomprensiblemente y existencialmente terrible”, llegando al extremo de otorgarle una calificación de cero estrellas, una de las evaluaciones más raras del medio. Muchos otros críticos se sumaron, señalando diálogos torpes, desarrollo superficial de personajes y una estética centrada en la marca que socava la narrativa de empoderamiento. Una reseña lamentó que el supuesto “empoderamiento femenino” queda opacado por el exceso de consumo ostentoso y una trama débil.

Curiosamente, el elenco no parece inmutarse. Glenn Close, en declaraciones públicas, defendió el mérito de la serie y elogió la actitud profesional de Kardashian en el set: “Siempre sabía sus líneas… no tenía pretensiones de ser una gran actriz”, dijo Close, sugiriendo que parte de la crítica proviene de la imagen pública polarizante de los Kardashian. El director Anthony Hemingway coincidió: “Puede que no sea para ti… pero eso no la define”.

Desde la perspectiva del “Girl Power”, la historia tiene múltiples capas. Por un lado, All’s Fair encarna el ideal: mujeres al frente de una firma, reclamando espacio narrativo, liderando una gran producción de streaming. Por otro lado, su ejecución parece fallida, planteando preguntas: ¿Basta con la representación? ¿Puede sobrevivir el empoderamiento femenino si el guion y la historia carecen de sustancia? ¿Y cuánto influye la percepción pública (especialmente hacia mujeres que construyen su marca fuera de la actuación tradicional) en la reacción crítica?

La gran lección: las narrativas de “mujeres en el poder” deben aportar algo más —personajes auténticos, conflictos reales, profundidad— para resonar más allá del símbolo. Para Kim Kardashian, esto puede ser un punto de inflexión: un papel protagónico que abre puertas, pero que también exige demostrar el arte detrás de la estrella.


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