¡Cariño, no! Rebosa de cine negro estilizado, pero le cuesta enganchar.

La última película lésbica de serie B de Ethan Coen, Honey Don’t!, se lanza al neo-noir con un estilo atrevido y una sensibilidad irónica. Margaret Qualley interpreta a Honey O’Donahue, una detective que se enfrenta al calor californiano, a excéntricos inadaptados y a una secta sospechosa liderada por el afable Chris Evans. Su estilo seguro —una mezcla de Veronica Mars y el estilo de detective— ancla la película con un carisma audaz.

Visualmente impactante y con diálogos peculiares, la película ofrece escenas sangrientas y un ritmo frenético que mantiene la curiosidad del espectador, aunque sea de forma intermitente. Aubrey Plaza aparece solo brevemente, y su escasa presencia ha generado comentarios debido a su prominencia publicitaria.

Las críticas están divididas: algunos elogian su energía contagiosa y su peculiaridad, al estilo de Living Lynch, mientras que aplauden su disposición a entregarse al glamour absurdo y a un toque erótico.

Otros argumentan que resulta irregular: una mezcolanza de cine negro poco elaborada, lastrada por un misterio endeble y cambios de tono inconexos.

En definitiva, Honey Don’t! quizá no reinvente el género, pero posee un encanto sentimental que funciona a trompicones. Como mínimo, revitaliza el arquetipo del detective a través de su lente femenina sin complejos y su bravuconería estilizada.


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