LeBron James regresó a la cancha y dejó su huella, más por su forma que por el espectáculo. En la victoria del martes 140-126 sobre los Utah Jazz, James sumó 11 puntos, 12 asistencias y 3 rebotes en 30 minutos, marcando el inicio de su histórica 23ª temporada en la NBA.
Los Lakers habían estado sin su estrella durante los primeros 14 partidos, debido a una ciática que lo mantuvo alejado de la acción. Su retorno fue cuidadosamente planificado: después de rehabilitación y una etapa con el equipo afiliado de la G League para probar su preparación física, James se reintegró a los entrenamientos completos y luego regresó oficialmente.
En la cancha, sus señas distintivas estaban presentes, incluso con minutos limitados. Se movió con aplomo, repartió el balón con eficacia y eligió bien sus momentos para atacar y lanzar. Según el entrenador J.J. Redick, el enfoque estuvo en decisiones inteligentes y juego en equipo: “Muy desinteresado toda la noche. Fue un pasador voluntario, no forzó, tomó sus penetraciones y tiros cuando estaban disponibles”, dijo.
James también extendió su asombrosa racha de partidos anotando en doble dígito a 1.293 —cada juego en el que ha participado desde enero de 2007. Con esta temporada, rompe el récord de más campañas disputadas en la NBA, sumando otro capítulo a una de las carreras más longevas del deporte.
Aunque fue solo un partido, da motivos para el optimismo en Los Ángeles. Su presencia eleva claramente el ritmo y la preparación del equipo, y su regreso podría ser señal de que los Lakers están más sanos, más profundos y más competitivos ante el largo camino de la temporada.